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    maximus
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    Necesito Guía

    Hola a todos, primero que todo me presento ante ustedes en como soy, quizás sea necesario para que ustedes me puedan ayudar.
    Soy una persona muy poco creyente en lo que no puede ver, creo que hasta ahora me he regido mucho por el "Ver para creer", sin embargo y a la vez, también siempre me he sentido atraído por lo oculto o más bien dicho, por lo esotérico.. Si más bien siempre ha sido algo por decirlo de alguna maner tabú, por diversas razones, ya sea por creo poco y nada en lo que no puedo ver ni sentir, también porque mi familia que es evangélica ve todo lo que no entra en su religión como satánico (si bien cuando era pequeño asistía con ellos a la iglesia nunca me sentí muy parte de eso y apenas pude mandarme solo dejé de asistir), aunque no comparto aquello con mi familia supongo que lo que trataron de inculcarme por años igual pudo hacer alguna mella en mi, por lo que siempre lo que investigué lo hice solo y escondido.
    Ahora bien, hace varios años que me mudé de casa de mis padres quienes viven en un pueblo relativamente pequeño (30,000 habitantes app para que se hagan una idea) y me vine a vivir a Santiago de Chile, la capital, con lo que sentí una gran desconexión con lo que siempre me ha gustado que es la naturaleza, lo cual solo hasta que me desconecté por vivir en una ciudad grande y gris pude darme cuenta que tenía. Otro punto de inflexión que he tenido es que me enamoré, estuve de novio y hace un par de años me casé con una mujer que al contrario de mi es muy sensible a energías y otras cosas, puede verme el aura (me dice que es azul y que cuando estoy contento o tranquilo más azul y brillante se pone que hasta, según ella, me vuelve azules los ojos), y antes (hace mucho que no lo hace) podía leer las cartas con bastante presición debo admitir. El último punto que debo agregar a las cosas que me hacen dudar de todo, es un viaje al Cementerio General que hice un día con ella, es un cementerio muy grande donde podría pasarme el día paseando y no ver todos los lugares que hay, ese día pasamos por una galería muy triste y puedo decir que hasta alguien como yo, que no creo o no creía en nada pude sentir un peso muy fuerte en el aire al entrar a ese lugar, mi mujer se negó rotundamente a entrar y yo de "macho" entré hasta el fondo y lo recorrí entero y debo confesar que la opresión que se sentía era muy fuerte.
    En fin, todo esto me hace vacilar en lo que creo y lo que creí, siendo alguien bastante serio y de mente lógica debo aceptar que por fuerza deben haber cosas que yo no soy capaz de ver y sentir, cosas que quizás en algún grado sea capaz de hacer pero que tengo mi mente tan atrofiada con ideas equivocadas de años, que no las puedo hacer. Me uní a esta comunidad hace años, en mi búsqueda a escondidas de otras cosas, y desde hace unos días he vuelto, pero ahora con un verdadero objetivo que va más alla de conocimiento de otras cosas. Quiero aprender a ver y sentir lo que probablemente deje de ver y sentir cuando aún era muy pequeño, quiero desatrofiar mi mente y mis sentidos etc. etc. Pero como mi estado y mi conocimiento actual no me lo permiten me decido finalmente a recurrir a uds, necesito la ayuda y la guía de quienes manejan estos conocimientos desde hace tiempo, decirme con que empezar, que hacer primero para ir desencadenando poco a poco el resto, y si es posible que me lo expliquen con peras y manzanas porque mi desconocimiento sobre toda la materia es practicamente total.

    Un saludo a todos, felicitaciones por este gran foro y gracias de antemano para quienes puedan y se dignen a ayudarme.

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    maximus
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    Gracias Darkazuura, agrego una cosa más en relación a aquellos recuerdos que tu comentas, yo tambien tengo unos cuantos recuerdos que sin embargo, si lo pienso fríamente son imposibles. Tengo uno por ejemplo que me es muy vívido y es de mi infancia, sin embargo se que es imposible porque lo que allí ví se que nunca hubo en casa de mis padres, y lo que hice en ese recuerdo ellos lo recordarían y habría salido en más de una conversación, esto me hace pensar que se trató de algún sueño que siendo yo pequeño, no más de 2 o 3 años, adopté como una verdad y por lo tanto como un recuerdo. Otro recuerdo también muy vívido, estando ya un poco más grande tiene que ver con un lugar donde veo cientos de personas vivendo en la indigencia, en edificios abandonados los cuales veo descascarados y llenos de agujeros. Ahora bien, sé que nunca he estado en un lugar así por lo que pienso que este recuerdo que yo tengo puede ser algo que vi en la tv, probablemente algúna imagen de la operación Tormenta del Desierto, lo cual me marcó y con el tiempo fuí adoptando como un recuerdo propio.
    Como ves, siempre que me topo con algo desconocido trato de darle la explicación más lógica que puedo, así solo puedo dejar como inexplicable lo que realmente, desde mi punto de vista, no puedo explicar.

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    maximus
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    Hola a todos,

    Creo, sin contradecir la teoría de vidas pasadas, que de todas maneras hay que tener cuidado en confundir recuerdos que pueden ser reales con simples déjà vu que son malas jugadas que nos hace nuestra mente.
    Con respecto a lo de ser extraterrestre, o tener aquella sensación, creo que en mayor o menor medida todos vivimos algo de eso o algo parecido. Por ejemplo desde pequeño siempre me aparece la sospecha paranoica que nada es lo que parece, que mis padres no son mis padres, que monitorean todo lo que hago, que saben cuando llegaré a casa y fingen lo que están haciendo etc. etc.
    A pesar de que a veces me preocupaba mi salud mental por estas paranoias me sorprendió saber que mi actual esposa a veces tenía las mismas sensaciones, lo cual me hizo pensar que era más normal de lo que parecía y que simplemente la gente no habla de ello para no parecer locos.

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    Gracias, inspirado en una de mis idas al cementerio

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    maximus
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    La Fosa de los Apestados

    Javier era un chico al que todos consideraban normal, su familia, sus amigos, sus vecinos, nadie podría haber dicho lo contrario. Era educado y tranquilo en casa, siempre dispuesto a ayudar, salía todos los viernes a jugar fútbol con sus amigos o se juntaban en casa de alguno de ellos a jugar videojuegos, y sus vecinos destacaban de él que siempre sonreía, jamás se le vio triste y siempre que alguien le pidió ayuda él fue y ayudó como pudo sin pedir nada a cambio. Por lo que para todos no solo era un chico de 14 años normal, sino que era ejemplar. Nadie sabía o se imaginaba aquel secreto que desde pequeño el guardaba con recelo, podía ver cosas que nadie más veía. Podía ver el aura de los vivos, algo que había perfeccionado en secreto durante años, y podía ver los espíritus de los muertos, algo que no había logrado controlar jamás, y por lo tanto solo los veía, no tenía la capacidad de contactarse con ellos. Ya lo había intentado cuando pequeño, a los 6 años su abuela materna, su preferida, falleció, y por mucho tiempo él la vio permanecer a su lado, él trataba de hablarle pero ella parecía no oírle, simplemente se dedicaba a mirarlo con amor desde cierta distancia y él sabía que ella lo cuidaba. Cuando se lo contó a sus padres ellos le explicaron una y otra vez que su abuelita ya no estaba, que era su imaginación. Lo llevaron al psicólogo y luego al psiquiatra, lo tuvieron dopado por semanas, le costaba concentrarse y se sentía lento y adormilado, pero su abuela seguía siempre a su lado. Al final decidió que lo mejor era ocultar aquel don que nadie parecía entender, el psicólogo le dijo a sus padres que ya estaba bien y le quitaron las medicinas, de ese día en adelante no volvió a contar nada de lo que veía y ya todos lo tomaron como un chico normal.
    A los 12 años su abuela se despidió de él, quizás sintió que ya no necesitaba su protección así que una noche él la vio a los pies de su cama, ella con sus ojos llenos de amor levanto su mano y le dedicó un adiós, Javier pensó entonces que quizás ella si supiera y entendiera su don, él le sonrió y sacudió su mano también en despedida, ella sonrió y se desvaneció lentamente.
    A pesar de que desde ese momento Javier la extrañó mucho nunca la fue a ver al cementerio, no de desagradecido como le decía a veces su padre sino porque él ya sabía que ella, su verdadera abuela, no estaría allí. Además le daba miedo pensar en un lugar que probablemente estaría tan lleno de espíritus que él podría ver. A lo largo de su vida había visto varios espíritus y sobra decir que no todos eran cálidos y amables como el de su abuela. Sabía por ejemplo que el difunto esposo de la vecina que vivía en la esquina rondaba siempre aquella casa, y cuando algún hombre entraba comenzaba a armar barullo hasta que salía. Javier siempre lo veía después riendo de sus travesuras, el resto del tiempo parecía montar una guardia eterna sobre el tejado de la vecina. Había una pequeña niña rubia, vestida toda de blanco, ésta le daba escalofríos, él sabía quién era una pequeña que debía haber tenido como su edad ahora, murió de meningitis a los 4 años y desde entonces rondaba el parque de juegos en la plaza donde él vivía, hasta hacía unos años era para él como todos los demás espíritus que veía, pero un fin de semana la vio seguir insistentemente a un chico de unos 4 años también que paseaba con su madre, lo esperó la noche del sábado y del domingo fuera de su casa. Ése día lunes en la tarde Javier se enteró que el pequeño de la casa de enfrente tuvo un accidente esa mañana en la guardería y había fallecido, ahora se lo veía jugando junto a la otra pequeña en el parque de juegos, pero Javier no olvidaba que la chiquilla había sabido cuando iba a morir y le deba terror verla alguna vez esperándolo a él fuera de su casa.
    Así eran los días de Javier, siendo un chico normal y ya acostumbrado a la presencia de algunos espíritus que por alguna razón quedaban rondando por allí, la verdad no eran tantos como podría creerse, y Javier creía que la mayoría al morir se desvanecía como su abuelita, y los pocos que quedaban lo hacían para terminar algo inconcluso, como su abuelita que lo cuidó un tiempo, o el celoso difunto de la esquina. Así fue hasta que su padre lo llamó un día a su despacho.
    - Hijo, yo sé que no te gusta pero este fin de semana se cumplen 8 años de la muerte de tu abuela, nunca la has ido a ver y aunque jamás te he obligado esta vez de verdad me gustaría que fueras con nosotros.
    Javier sabía en el fondo que eso significaría mucho para su padre, así que por esa vez decidió dejar de lado sus temores y prejuicios y asintió obedientemente. Un día que lo hiciera no haría daño, además los espíritus generalmente rondaban por donde vivieron, no deberían estar donde fue a parar su cuerpo ya muerto. Así que toda esa semana Javier esperó algo nervioso pero muy expectante aquella salida, la cual le causaba mucha curiosidad por qué sería lo que vería.
    El viaje fue tranquilo y Javier se aguantó como pudo las ansias de llegar. No era lo que esperaba, para comenzar Javier siempre pensó que su abuela se encontraba en un cementerio parque, como en las películas, enormes extensiones de pasto verde con pequeñas lápidas. Éste era un cementerio grande y antiguo, las viejas tumbas estaban en su mayoría bien conservadas pero se notaba su antigüedad, habían algunas que descuidadas con los años presentaban grietas en sus lápidas apenas legibles. Más asombrosos le parecían los viejos mausoleos abrazados por la hiedra que crecía por sus costados, el leve hedor a agua estancada y flores muertas le molestó desde el principio y no pudo evitar imaginarse de qué se alimentaban las raíces de los añosos árboles que se alzaban por entre las tumbas. Pero todo esto no lo sorprendió tanto como el hecho de que el cementerio estaba más lleno de espíritus de lo que él se había atrevido a imaginar. Espíritus de todas las edades y sexos, capturados como eran al momento de morir, habían ancianos vestidos a la vieja usanza, niños con ropa casi victoriana, hombres vestidos de campesinos, mujeres con tenida corporativa, jóvenes de jeans y chaqueta que le recordaron a Javier a John Travolta en Grease.
    No todos estaban felices, y algo en aquella concentración de espíritus debe haber gatillado algo en Javier, porque como si alguien hubiera subido de pronto el volumen a una radio, comenzó a oírlos, algunos hablaban en voz alta, otros cuchicheaban, otros gritaban, algunos lloraban y todos, todos parecían fijarse en Javier que ahora miraba a su alrededor con los ojos como platos, esto no se lo esperaba. Ahora el los veía y oía, y ellos lo sabían.
    Javier caminaba tras sus padres y con sus ojos abiertos de par en par miraba a su alrededor a medida que se internaban entre filas y filas de añosos mausoleos, todos sus habitantes lo miraban con interés aunque no hacían ningún ademan de seguirlo o hablarle. El hedor del ambiente no ayudaba a calmarlo y parecía hacer el aire más pesado e irrespirable a cada paso, pero pronto supo que no era el hedor lo que lo oprimía sino algo mucho peor, tras una sorpresiva vuelta tras un mausoleo excesivamente grande se encontró de sopetón ante una enorme galería techada, parecía un edificio de dos pisos y Javier sabía que en su interior se encontraría lleno de tumbas y por ende, de espíritus. Lo peor era sin embargo aquella aura de un azul oscuro que parecía manar del edificio, la tristeza, la soledad, la desesperación eran palpables en el aire ¿Cómo su familia no podía sentir esto que él sentía?. Un pequeño grabado junto a la entrada rezaba “Hospital San Juan, Epidemia de Fiebre Amarilla 1902 – 1906”, eran los muertos en el Hospital San Juan, un hospital cercano que, según le había contado su padre, se había visto desbordado de pacientes en aquella larga y cruel epidemia de fiebre amarilla a principios del Siglo XX, un tercio de la población entonces enfermó y más del 70% de los enfermos murieron, ésta galería se hizo entonces para enviar aquí inmediatamente a los que morían, sin embargo se hizo tarde en 1905, todos los muertos antes de eso, que fueron muchos, yacen en una fosa común bajo la galería donde una enorme tapa de hierro impide que los visitantes atisben el horror que yace a sus pies, ya que de los miles que murieron en aquel período solo un par de cientos yacen con nombre y fecha en la estructura, los demás miles de muertos anónimos se secaron juntos en cal en la fosa común.
    Javier quería alejarse lo más rápido posible del lugar pues sentía que algo horrible habitaba dentro de aquel edificio, sin embargo su padre insistía en que el camino más rápido a ver a su abuela no era rodeando el edificio por complicadas callejuelas, sino a través del mismo apareciendo por la otra salida justo al sector donde su abuela yacía. Ni los ruegos de Javier, ni su palidez lograron convencer a su padre de evitar el lugar y viéndose solo en la entra cuando su familia ya llevaba un buen trecho dentro, no tuvo otra alternativa más que seguirlos, ojalá no lo hubiera hecho.
    Apenas Javier entró al lugar el ambiente opresivo lo envolvió disminuyendo su respiración al mínimo, un mareo lo hizo detenerse y recuperar el equilibrio, como si hubiera llevado mucho tiempo acostado y se levantara rápidamente. El lugar era de por sí oscuro, iluminado vagamente por ventanucos sucios en la parte superior de la estructura, el piso mal cuidado alguna vez fue de impecables lozas blancas, hoy constaba de un montón de lozas quebradas y sucias, con amplios sectores donde ya ni había rastros de lozas y solo se presentaba concreto desnudo. Las lápidas no se presentaban mucho mejor, las pocas que contaban con alguna flor lo hacían en pésimas condiciones, en frascos sucios y rotos se encontraban flores podridas llenas de moscas increíblemente grandes y verdes. El zumbar de las moscas le taladraba la cabeza como un martillo neumático y en un principio era lo único que detectaba, pero luego comenzó a verlos, de a poco aparecían, espectros de lo que alguna vez fue humano, éstos no tenían el tono natural de los espíritus que Javier siempre veía, incluso eran distintos a los demás espíritus del cementerio. Estos eran espectros, delgados como la muerte y de un tono gris amarillento en una piel que parecía cuero curtido. Algunos se paseaban lentamente con una especie de vómito negro saliendo de su boca, manchando su mentón, garganta y ropa. Otros parecían sangrar profusamente por oídos, nariz y boca, todos estaban tristes y sufrían, parecía que aún cargaban el dolor de sus últimas horas y se reflejaba en la imagen que daban a Javier. Lo miraban ahora con sus ojos amarillos, como suplicando ayuda, una multitud de quejidos y llantos llenaban el salón dejando a Javier clavado al piso, la tristeza y desesperación eran palpables y lo aplastaban como una aplanadora, Javier buscó con los ojos a su familia pero ya no se encontraban cerca, nadie lo ayudaría a salir.
    Los espectros ya lo rodeaban, se habían acercado lentamente y lo rodeaban mirándolo inquisitivamente, Javier los miraba a los ojos y había algo más en ellos que solo curiosidad, no sabía lo que era pero le daba miedo, el espectro que tenía en frente tenía un aspecto horroroso, de sus ojos salían dos surcos de sangre reseca y de su boca el vomito rojo oscuro que antes había confundido con negro le resbalaba por el mentón y le manchaba el sudario que llevaba puesto. Ahí lo vio, sus ojos no reflejaban tristeza, ni desesperación, sus ojos amarillentos y sangrantes destilaban ira pura, ira de estar muerto mientras este chico delante rebozaba de vida. El espectro estiro su brazo descarnado tratando de agarrar a Javier pero su mano lo atravesó por el hombro izquierdo, no lo pudo agarrar, pero Javier sintió como si un puñal más helado que el mismo hielo lo atravesara de lado a lado. El espectro abrió su boca de par en par dejando al descubierto lo que le quedaba de dentadura, unos seis dientes negros por el vomito y una lengua azulada que se movía de un lado a otro como si fuera a arrancarse a sí misma de la garganta, entonces el más impuro alarido jamás salido de una garganta humana ni de ningún ser vivo hirió el aire del camposanto, y como un conjuro roto Javier fue capaz de mover sus pies y sin pensarlo corrió lo más que pudo sintiendo como a su espalda la multitud de espectros respondían al primer alarido con un horrendo concierto de gritos.
    Javier nunca supo que cuando las almas de los que sufren una muerte violenta o agonizante se juntan en grandes cantidades como ocurrió en esta galería, el sentimiento negativo de cada una de ellas se va concentrando en el lugar y al cabo de un tiempo la delgada tela que separa nuestro mundo de el mundo de los muertos comienza a rasgarse. Eso sucedió en aquel cementerio perdido, y bajo la tapa de hierro un pequeño portal entre los dos mundos comenzó a agrandarse con el tiempo, permitiendo que oscuros espíritus se colaran desde el otro lado corrompiendo con el tiempo las almas sufrientes que no encontraban descanso aún. Al entrar a la galería pisó sin darse cuenta la tapa de metal, y lo que fuere que había traspasado los umbrales despertó al sentir la energía especial de Javier.
    Su padre al extrañarlo volvió sobre sus pasos y lo encontró tendido en el suelo con los ojos fijos en el infinito, sin habla y con fuertes temblores por todo el cuerpo. Ya nunca fue el de antes, languideció con el tiempo y tras un par de años dejó de existir. Lo que nunca supieron es que ya estaba muerto, el alma de Javier se perdió aquel día entre los espectros y cruzó el umbral hacia el otro mundo mucho antes de que la cascara vacía de su cuerpo dejara de funcionar.

    Editado 1 vez. Última edición: 2012-01-26 18:05:28

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    maximus
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    Agua y Sangre

    No hay peor horror que saber que el infierno te entiende. Saber que de alguna manera se mete en tu cuerpo y en tu mente, saber que te conoce mejor que tu madre o tu marido o mujer. Tus sueños, tus esperanzas, tus miedos, tus recuerdos, ¡todo!, el infierno lo conoce todo de ti y lo usará en tu contra cuando llegue tu turno, y llegará, porque tú y yo ya estamos condenados, la humanidad ya está condenada. Hace ya mucho tiempo que las puertas del cielo están cerradas, se cerraron hace cientos de años, se juntaron sus inquebrantables hojas de acero y oro en el tiempo de las cruzadas, cuando el hombre peleó guerras en nombre de Dios. Y la inamovible viga de ébano y mármol selló para siempre sus sagrados campos cuando la Inquisición, una vez más, persiguió y mató al inocente en el nombre de Dios. Y ahora, ahora toda alma que se libere de su efímero cascarón de carne cae inexorablemente a los abismos eternos del infierno.
    No importa quién soy yo, no importa mi nombre ni quién fui. Aún cuando ya hace mucho tiempo que lo olvidé, si lo recordara no lo diría de todas formas. Fui uno más de ustedes, viví, comí, soñé… tuve una familia, y también cometí errores. Fui humano y viví mi vida como todos, o eso supongo, ya no recuerdo nada… bueno, casi nada. Sé que en aquella vida que tuve, alguna vez cuando pequeño casi morí ahogado, esa sensación de el agua rodeándome, los pulmones a punto de estallar, la desesperación, el extraño abrazo de la muerte cuando tu cerebro ya no da más sin oxígeno, y entonces lentamente te vas sumiendo en un extraño sueño… hasta que una mano, la mano salvadora, te toma y te levanta, te saca del agua y la muerte ríe, porque sabe que estuviste en sus garras, y aunque escapaste tarde o temprano su mano inexorable te tomará y te llevará, esta vez para siempre. Pero la sensación quedó, se que le resto de mi vida odié las aguas profundas, aquellas aguas turbias y estancadas donde no sabes que hay debajo ni a que profundidad llega me hacían tiritar y debía alejarme rápidamente del lugar. Aquellas aguas azules y profundas, inquebrantables e insondables, no me atrevía a mirarlas jamás, y si alguna vez hube de pasar cerca de ellas debía girar mi cabeza y debía soportar el mareo de saber que estaban allí hasta que alguien me avisara que ya había pasado. Y lo peor, el mar, con sus aguas turbulentas, sus abismos oscuros y fríos, sus corrientes escondidas, no había cosa que odiara más que el mar, aún lo odio y le temo, porque sabía, tenía la certeza absoluta que si le daba la oportunidad me tomaría de la orilla y me llevaría a descansar a sus profundos abismos, previo todo el sufrimiento que ya una vez de niño había pasado.
    No morí ahogado, creo… sin embargo el miedo a las aguas profundas y a ahogarme me siguieron aún tras mi muerte. Y el infierno lo supo, siempre lo sabe. Desperté en un lugar oscuro y húmedo, sin saber que había pasado, no sabía que estaba muerto en aquel momento, no recordaba tampoco ya quién era y sinceramente tampoco me importaba. Un leve resplandor verdoso iluminaba suavemente la habitación, que no era más que un pequeño recoveco cavado en piedra milenaria, un limo verdoso que era el que resplandecía resbalaba suavemente por las paredes rocosas e impregnaba el suelo con su hedor putrefacto, mis pies desnudos sentían claramente su pegajosa y gelatinosa textura que cada vez que daba un paso pasaba por entre mis dedos. El hedor era casi lo peor, era el hedor dulzón de la muerte, de la más absoluta podredumbre, era como la carne putrefacta y agusanada, como los hongos del bosque machacados y dejados al sol para podrirse, como aguas primigenias estancadas desde el principio de los tiempos, y lo peor, era también el olor salobre del mar. Y digo que era casi lo peor, porque lo peor era el sonido. Se podía oír tras un pequeño arco de piedra una sinfonía de llantos y gritos, quejidos, estertores infrahumanos. Podía distinguir todos y cada uno de ellos, gritos de pavor, gritos de agonía, llantos de desesperación, llantos de impotencia, llantos de frustración, quejidos de aquel que ya no da más, y los estertores de aquellos que agonizan entre la vida y la inconsciencia. Pero lo peor no eran los gritos ni los llantos, era el inconfundible sonido de aguas turbulentas que con su profundo y perenne grito de guerra me helaba hasta lo más profundo de mis huesos. Los chillidos eran escalofriantes, pero aquel sonido hizo que mis rodillas temblaran y cayeran hundiéndose en ese limo infecto. El sonido era profundo y lejano, pero potente, poderoso por sobre todo, como miles de cascadas cayendo al unísono dentro de un cuenco gigante, el cual por su forma amplifica el sonido haciéndolo ronco y descorazonador.
    El piso temblaba levemente a mis pies, y yo sabía que era a causa del agua, me juré a mi mismo jamás acercarme, ni siquiera viajar en la dirección de aquel sonido, sino más bien alejarme, y si no era posible morir entonces en aquella cueva maloliente, pero jamás averiguar que causaba el sonido. Pero el infierno te conoce, y cuando habitas en sus venas rocosas también te controla. Sin darme cuenta mis pasos me llevaron bajo el arco de piedra hacia un pasillo ancho y alto, era desde donde venían primeramente los gritos. Ahora los gritos me rodeaban por todos lados, el pasillo parecía infinito hacia mi derecha y hacia mi izquierda, y también hacia arriba. Las rocas, esta vez secas, que conformaban ambas paredes del pasillo eran iluminadas cada cierto tiempo por una antorcha cuyo fuego rojizo alumbraba escasamente el sector donde se encontraba, y las antorchas se encontraban a tales distancias entre ellas que la mayor parte del pasillo permanecía a oscuras. El sonido provenía claramente de mi izquierda por lo que me propuse caminar hacia mi derecha para alejarme del sonido. Con un vuelco de mi corazón mi pies se giraron hacia la izquierda y comencé mi lento caminar hacia aquellas aguas turbulentas que oprimían mi corazón. No sé porque, pero no me asusté tanto al descubrir que no me alejaba, sino que me acercaba, aún cuando sentía el corazón oprimido hasta casi reventar en mi pecho, el lugar era extraño, y los gritos y llantos me rodeaban y creo que eso me ayudó a distraerme un poco del hecho que me acercaba a cada paso a aquél infernal sonido de aguas.
    Noté que cada vez que pasaba por las zonas oscuras del pasillo los gritos y llantos se intensificaban, mientras que cada vez que pasaba junto a las antorchas los gritos parecían más lejanos, sobre cada antorcha yacía inmóvil un esqueleto colgado a veces por las muñecas, otras por los tobillos y otras por el cuello, con gruesas cadenas que se perdían en la penumbra más allá del alcance de la luz de las antorchas por sobre mi cabeza. Mi corazón casi se detiene al ver uno de estos esqueleto al cual aún le colgaban grandes pedazos de carne podrida, los otros estaban ya blanqueados por el tiempo, mis ojos no podían despegarse de sus cuencas, en una de las cuales aún estaba el velado globo ocular del cual chorreaba un pus amarillo y repugnante, el cual corría por su descarnada mejilla, lo miraba embobado mientras mis pies caminaban automáticamente por el pasillo. Súbitamente el esqueleto se sacudió como poseído por un espíritu demoniaco y de su boca impía salió el más terrible alarido que yo jamás haya escuchado, ¿sintió mi presencia? ¿O me vio con su único globo ocular? No lo sé, pero la sangre se me fue a los pies al ver este cadáver roído luchando contra las cadenas mientras un chillido de terror salía de lo que le quedaba de boca, el ojo salió despedido cayendo a un par de pasos de mi, y yo salí corriendo sin pensarlo ni quedarme allí, sin saber ni darme cuenta que así solo aceleraba mi llegada al agua.
    Corrí no se cuanto tiempo, pasé por incontables penumbras y antorchas, ya sin mirar, intentado hacer caso omiso de los gritos, de los alaridos que sabía me llamaban a mí, corrí y sin darme cuenta dejé atrás el pasillo y me interné por un nuevo arco de piedra, el cual correspondía a un pasillo mucho más estrecho y que bajaba en forma de caracol y sin iluminación. Tropecé en mi desesperación y bajé rodando el último tramo el cual me pareció interminable, termine sobre mi estómago y un par de dientes rotos al darme de cara contra el piso de piedra al final de la bajada. El sabor de la sangre en mi boca, el mareo de la caída, el dolor de los golpes y la confusión que reinaba en mi mente hicieron que no me diera cuenta de inmediato donde estaba, de a poco me puse de pié y noté que era una sala pequeña totalmente redonda, el techo a unos cuantos metros sobre mi cabeza era una cúpula esculpida toscamente, donde un bajorrelieve mostraba una tenebrosa figura encapuchada con una balanza en su mano izquierda. Dos figuras oscuras y altas se encontraban junto a mí en aquella sala, las distinguía vagamente pues una luz púrpura que provenía de un lugar desconocido iluminaba aquella habitación, el color enrarecido de la luz hacía que estas figuras se notaran vagas e irreales, como sombras al atardecer. Había un pequeño escritorio de roca que parecía nacer del suelo, tras el cual se encontraba una de las figuras con un martillo en la mano, a su derecha la otra figura se erguía estáticamente. Algo en mí me hizo permanecer callado, no parecían amenazadoras pero el lugar, la forma de todo me hizo tener un respeto mudo ante tales seres. La del escritorio parecía escrutarme con sus ojos invisibles tras lo que podría ser una capucha, como la del ser del bajorrelieve. Finalmente alzó una mano sosteniendo un martillo y la dejó caer con un fuerte y único TAC! Sobre la mesa de piedra, su boca si es que la tenía soltó un profundo y sobrenatural gorjeo, como si su voz se encontrara en una profunda caverna, era a la vez una voz viscosa y lejana, pero en la única palabra que dijo y que entendí claramente vi mi perdición y supe que estaba muerto, que mi alma estaba condenada, y que me encontraba en el infierno. La maldita criatura infernal simplemente dijo “AGUA”.
    Quise retroceder y huir pero mis pies estaban como clavados al piso, la segunda criatura se movió y su dedo esquelético enfundado en una túnica tan negra como las sombras apuntó hasta una puerta que no había visto antes, y me di cuenta entonces que el abismal rugir del agua provenía del otro lado de esa puerta, con lagrimas en los ojos mis pies se movieron en aquella dirección, aterrado me di cuenta que no podía hacer nada con mi voluntad pues mis pies caminaban solos enfilándose a aquella puerta, antes de cruzarla mis pies se detuvieron, y la sombra que me apuntó el camino se me acercó silenciosamente, vi su brazo alzarse hacia mí y su mano esquelética y helada se posó delicadamente en mi mejilla, y como si me compadeciera me acarició suavemente, luego su mano se volvió a alzar para mostrarme el camino tras la puerta, el espectáculo desde allá arriba no lo olvidaré jamás por los siglos de siglos que me quedan por sufrir. Una cueva enorme, inconmensurable se alzaba a mis ojos, su forma circular como la de la habitación anterior solo se diferenciaba por su tamaño descomunal, la cúpula que la cubría se notaba vagamente casi como un firmamento gracias a la luz igualmente púrpura que iluminaba todo, desde la puerta seguía un leve y angosto camino de piedra el cual terminaba en un abismo, como un muelle que se interna en el mar, el ruido era ensordecedor y yo aún no veía de donde provenía, mis pasos me guiaron por el muelle de piedra sin vacilación, y al llegar a la punta lo vi, todas mis esperanzas se fueron al infierno, donde de todas maneras ya estaba. Bajo mis pies, todo lo que era la cueva circular estaba cubierto de agua, desde donde estaba yo, que me encontraba en aquel simple muelle kilómetros por sobre el agua, hasta el otro lado que apenas si se distinguía como la orilla lejana de un lago gigantesco, y lo peor de todo, aprovechando la forma circular de la cueva, el agua corría torrentosa y oscura circulando en la misma dirección por la orilla, creando un remolino de agua que dejaría pequeño al mismísimo Maelstrom de Poe. El agua salpicaba con tal fuerza y furia, que kilómetros más arriba, donde yo me encontraba la espuma salpicaba mi cara dejando un extraño sabor salobre en mi boca, el cual no acertaría a referenciar con el del mar. Miré atrás suplicante a la criatura que me observaba desde la puerta, pero lo único que obtuve fue un marcado asentimiento con la cabeza, el cual se adivinó tras su capucha de sombras, sin mediar ni una sola palabra ni ningún pensamiento, mi pie derecho dio el último paso y me arrojó al vacío.
    Llevo decenas de años aquí, quizás milenios completos, o quizás solo he estado dos minutos, no lo sé, pero si se que esta no es agua de mar, la sal no viene del mar del cual siempre tuve terror, la sal viene de la sangre de aquellos que estaban aquí antes de mí, de aquellos que han venido después de mí, y por supuesto de mí mismo. He llegado incontables veces ya hasta el fondo de este remolino infernal, me he estrellado contra las rocas afiladas que hay en el oscuro fondo de esta cueva, he perdido mis brazos, mis piernas, mis entrañas, me he roto cada uno de mis huesos del cuerpo, y luego de ese sufrimiento infernal en el que grito hasta escupir la sangre de mi garganta, me encuentro nuevamente dando vueltas en la superficie con todo mi cuerpo intacto, tragando y llenándome los pulmones de agua y sangre, así es y será por el resto de la eternidad.
    ¿Y tú? Ya lo sabes, no hay un cielo al que ir, busca tu mayor miedo ten la certeza de que cuando mueras te estará esperando para hacerte compañía por el resto de la eternidad, y si le temes al agua quien sabe… quizás en un tiempo más estés atragantándote con mi sangre en esta tromba infernal de agua y sangre.

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    maximus
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    Gracias por la info ;)

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    Hace mil que no venia por este foro, hoy vine por un tema especial, solo a leer, pero me encontré este tema y no puedo evitar contar algo, la historia es mas o menos así. Hace poco, hará un mes, tengo una nueva novia, todo normal o casi, ya que ella a tenido fuertes traumas en su vida como la muerte de su papa y la de un ex novio con el cual tenía planeado casarse, aparte de eso tiene muchos problemas con su hermana que la controla aún cuando ya tiene 25 años (no se si será mala educacion decir la edad, espero que no). Bueno, por estas razones ella a veces se comporta extraño y con desconfianza conmigo, la cosa es que ella siempre me ha dicho que mis ojos se ponen como de gato cuando tengo emociones fuertes, yo al principio pensé que podrían ser cambios de luz ya que mis ojos son verdes, pero ya muchas veces hasta el presente me lo ha dicho en la oscuridad casi total lo que me descolocaba un poco. Bueno, hasta hoy me traía sin cuidado el tema, hasta que me contó que cuando su papá estaba cerca de su muerte ella en su habitación dijo llorando que daba su vida por la de su padre, a lo que salió un perro negro de un rincon oscuro de su pieza el cual posó su hocico en su frente, luego dandose media vuelta se marchó diciendole que aun le quedaban cosas que hacer en esta vida por lo que no podía hacer el trato. Ahí me confesó que es sensible a muchas cosas, puede saber cosas de la gente con tocarla y aparte lee las cartas, ahora me pregunto si lo de ver mis ojos asi será parte de su sensibilidad y no de trucos de la luz. Y una pregunta aparte, yo le pedí mas mas explicaciones sobre todo esto pero no quiere que yo profundice en el tema, y una de las cosas que me dijo y encontré muy extraña fue "ellos te comerían fácilmente", digo... wtf, alguien me puede explicar si algo asi es posible, ¿existe algo asi?...

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    quiero q no haga tanto frio

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    chateo y navego aun sabiendo q hoy x hacer eso me quede dormido, mañana me pasara =

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    Metallica - Enter Sandman

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    finjo que trabajo, aun me falta una hora y media q fingir :s

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