Chistes de Esposos

Chistes de Esposos

Mejor no Preguntar
Marido y mujer, ya no muy jóvenes, están en la cama. Y ella, en un momento de apasionamiento, exclama:
— ¿Te acuerdas, querido, de nuestra primera noche? Yo fui muy tímida y arisca al ofrecerte todo de mí misma....
— ¿Todo? - preguntó él con un tono burlón.
— Bueno, todo lo que habían dejado los demás.
Enviado por: Yilver Mora Nieto, hace más de un año, desde Toledo
Madre de Seis
Había en un pueblo, un padre exageradamente orgulloso de su mujer por haber tenido seis hijos, tanto que la llamaba madre de seis, esto a su esposa le molestaba muchísimo, y un día que se encontraban en una boda le grita el esposo para que todos escucharan:
— ¿Ya estás lista para irnos madre de seis?
— Claro que sí padre de cuatro.
Enviado por: Javier Mejia, hace más de un año, desde Barcelona
El mar y tu voz
Estaba un hombre viendo la televisión, y llega su esposa y le empieza a contar lo que había hecho en el día.
El marido le dice:
— Sabes mi amor, cuando oigo tu voz, recuerdo el mar.
— ¿Por qué mi voz te recuerda el mar?
— Porque tu voz me marea.
Enviado por: Federico Santa Rosa, hace más de un año, desde Gerona
Un Viaje por Separado
Marido y mujer deciden regalarse con una semana de vacaciones, pero cada uno por su lado.
El hombre va al mar, y la mujer a la montaña. Cuando vuelven a encontrarse, se confían sus experiencias.
El marido admite haber asistido a una fiesta, en la que la duela era bellísima y el esposo un borracho.
Por lo que, dado que la ocasión hace ladrón al más honrado, se encontraron en la cama. Después sigue:
— Estaba desnuda, sus ojos eran lánguidos, y yo la miraba. Todo era maravilloso. De repente, me acordé de ti.
¡Cogí mi ropa y me marché!
Su mujer le mira irónicamente, suspira y confiesa:
— ¡Qué afortunado has sido tú, querido! A mí no me ha sucedido lo mismo, ¡Pobre de mí!
Porque cuando quise coger la ropa para escapar ¡Aquel pedazo de hombre que se encontraba encima mio no me lo permitió!
Enviado por: Sally Mora Tinjuares, hace más de un año, desde Barcelona
Me Sirve más a mí
El tío Hector hace unos comentarios bastante humillantes sobre su pobre esposa, la tia Ofelia, y una señora comenta:
— Si mi marido dijese de mí esas cosas en público, ¡Le aseguro que se la cortaría!
Tía Ofelia responde:
— ¡Pues yo no: me sirve a mí más que a él!
Enviado por: Tiffany Herrera, hace más de un año, desde Mérida
Pobre María
María y Esteban llevan casados desde hace veinte años.
Después de una velada en la ciudad, regresan a casa. Ella se viste con un nuevo y transparente vestido, y él se pone una pijama de seda.
Los dos se van a la cama. Después de permanecer una hora echados, en silencio, uno junto al otro, María pregunta:
Esteban ¿Ni siquiera consigues recordar cómo se hacía.....?
Enviado por: Maria Camila Hadechini, hace más de un año, desde Zaragoza
Después de Casados
Marido:
— Era un idiota cuando me casé contigo.
Esposa:
— Es verdad; pero yo era demasiado vanidosa para darme cuenta.
Enviado por: Tatiana Morales Carvajal, hace más de un año, desde Flandes
Una Escopeta o un Reloj
Un viejo se casa con una espléndida muchacha, y su hermano le envía una escopeta como regalo de bodas.
Creyendo que es un error, ya que no le gusta la caza, el viejo esposo va a cambiarla por un reloj de plata. Después cuenta el hecho a su hermano, recalcando:
— El reloj me será muy útil: sabré cuándo he de abrir el negocio por la mañana, y cuando debo cerrarlo para correr a casa, junto a mi bellisima mujercita.
Su hermano concluye:
— Y cuando llegues a casa y te encuentres a tu mujer con otro, podrás sacar el reloj y decirles: - Se acabó el tiempo de diversión.
Enviado por: Ingrid Martinez Gonzalez, hace más de un año, desde Sevilla
Puntualidad
El señor Rossi recibe una carta anónima:
— Estimado señor Rossi, mañana a las nueve de la noche en punto, su mujer le pondrá los cuernos. Firmado: un amigo
Y el señor Rossi, muy tranquilo y nada enojado, murmura en voz baja:
— Pobrecito, otro que se hace ilusiones con la puntualidad de mi mujer!
Enviado por: Diana Salamanca, hace más de un año, desde Salamanca
En Semana Santa
Un matrimonio de gitanos en la cama. En un arrebato pasional, él exclama:
— ¡Pepa, déjame que te muerda una teta.....
— ¡No! - grita ella muy indignada - ¡Recuerda que estamos en Semana Santa y no se puede comer carne!
Pero el marido, insistente, replica:
— ¡Pues te morderé el higo, que la fruta se puede comer en la Cuaresma!
Enviado por: Esperanza Ramirez, hace más de un año, desde Valencia
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