[Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 245]
Humanamente hablando, da la impresión de que no existe respuesta alguna; y menos si tenemos en cuenta que en las regiones del suprauniverso imbricadas ubicuamente con la superfice planetaria terrestre del universo material... En esas regiones, pues, hay una ingente cohorte de inteligencias demoníacas dificultando feroz y sutilmente toda vía de acceso posible al conocimiento de la verdad que rezuma de las sagradas escrituras. Sólo nos queda, entonces, confiar en la ayuda divina; pero ésta sólo se hace disponible, según dice la Biblia, para personas humildes (es decir, personas que ceden o se humillan ante un sabio consejo), honestas (esto es, personas sinceras de corazón y no sólo de apariencia) y hambrientas de la verdad (o sea, personas que anhelan conocer la verdad existencial humana y no han declinado en dicho deseo). Éste es el prototipo de individuo que Jesucristo, en los inicios de su Sermón de la Montaña, llamó bienaventurado (es decir, individuo que en la aventura o camino de la vida y en la búsqueda del propósito de la existencia humana y personal, encuentra la orientación o respuesta fidedigna). Esto, de por sí, es del todo lógico, ya que para poder pertenecer a la simiente de la mujer simbólica, o para poder estar en armonía con ella, un individuo debe ser humilde o manso ante la guía divina, honesto o no hipócrita (no falso ni farisaico) y siempre estar deseoso de acoger (hambriento de recibir) el alimento espiritual (nutrición simbólica que engrandece la dimensión espiritual humana) que proviene de la Palabra de Dios: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Evangelio según Mateo, capítulo 4, versículo 4; Nuevo testamento, versión Peshitta de las santas escrituras). Una persona con estas características, como está anhelante de respuestas existenciales, pedirá, como lo hace un pobre o necesitado de pan cuando arrecia el hambre, la guía divina o de un Ser Superior mediante oración intensa o ruego; y, por lo visto, le será dada (lo que implica que será puesta en contacto con el “mayordomo fiel”, a fin de recibir la nutrición espiritual o guía existencial que proviene del Creador). Esto es lo que significan, aparentemente, las siguientes expresiones metafóricas de Jesucristo: “Pidan y se les dará; busquen, y hallarán; toquen a la puerta, y se les abrirá; porque todo el que pida recibirá, y el que busque, hallará; y al que toque a la puerta, se le abrirá. ¿O qué hombre hay entre ustedes que si su hijo le pide pan, le dará una piedra, o si le pide un pescado, le dará una serpiente? (se sobreentiende: La misericordia divina vendrá para un buscador de respuestas sincero, humilde y anhelante). Pues si ustedes siendo malos (se sobreentiende: En comparación con la bondad de Dios) saben dar buenos regalos a sus hijos, ¿cuánto más su Padre que está en el Cielo dará cosas buenas a los que le pidan?” ((Evangelio según Mateo, capítulo 7, versículos 7-11; Nuevo testamento, versión Peshitta de las santas escrituras).