Chistes de Burros

Chistes de Burros

El Burro Triste y Alegre
Un hombre llamado Juan tenía un burro muy triste, y no sabía cómo hacerlo reír. Entonces publica un anuncio en el diario que decía:
"Pago 10. 000 dólares al que haga reír a mi burro, y el que no lo haga reír deberá pagarme una determinada cantidad."
Al día siguiente en la casa del hombre: una larga cola de humoristas, payasos famosos que venían hacer reír al burro. Pasa el primero y nada (o sea debió dejar el dinero) pasa el segundo y nada... bueno así uno tras otro hasta que llego un chinito.
— Juan dice: ¿Vos venís hacer reír a mi burro?
— Chinito: si, yo venir a hacer reír a burrito.
— Juan: bueno pasa a ver si tienes suerte.
El chinito entra en la habitación donde se encontraba el burrito. Al rato sale el chinito y el burro que se mataba de la risa y no paraba de dar carcajadas, Juan muy impresionado le dio toda la plata que había juntado, y el chinito se fue.
A la semana otro anuncio de Juan que decía:
¡Pago 10. 000 dólares al que calle a mi burro!
¡Que vuelva a ser el mismo burro triste que era! ¡NO LO SOPORTO!
Al día siguiente: una larga cola, de personas que venían a contarle al burro de sus desdichas en la vida: tragedias, familiares, fallecidos, etc. a ver si podían hacerlo llorar y que volviera a ser el mismo burro triste de siempre. Entra a la habitación donde se encontraba el burro: el primero: nada. El segundo: nada. Bueno regresa el chinito nuevamente.
— Juan dice: ¡Volviste!
— Chinito: si, yo venir a poner triste al burro.
— Juan: ¡Bueno, está bien!
A los minutos sale el chinito de la habitación con el burro triste y llorando.
— Juan dice: perdóname pero ¿Cómo hiciste para que mi burro se mate de risa y después llore?
— Chinito: para hacerlo reír, le dije que lo tenía más grande que él y para hacerlo llorar: ¡Se lo mostré!
Enviado por: Silvana, hace más de un año, desde Rep Argentina bs as gt Hilario Ascasubi
Atrapados
En la selva había una trampa, y en ella cayeron atrapados un león y un burro. El león al ver al burro temblando de susto le dice:
Tranquilo viejo, yo no como burros, a mí me gustan los venados.
Y el burro se tranquiliza, pero pasaban los días y nada de comida. El león con hambre, el burro arrinconado en la trampa le recuerda que no le gusta la carne de burro, y el león contesta:
¡Sí viejo, pero hoy amaneciste con una cara de venado!
Enviado por: Silvia Araceli, hace más de un año, desde Mexico
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